Seres humanos

UNOS más y otros menos. Porque hay quien se cruza en tu camino y te deja con la boca abierta. De admiración, digo. Por su actitud ante las cosas. Por su sentido del humor y su capacidad para afrontar lo peor de cada día. O una fatalidad que definirá para siempre quién eres y cómo te tratan los demás. Juan Manuel Montilla, El Langui como miembro del grupo La Excepción, el Cuajo en El truco del manco, la ópera prima de Santiago Zannou, y Juanma para los amigos. Vive con movilidad reducida y una sonrisa de oreja a oreja. Pasó por Versión Española y puso el listón tan alto que no hay quien se lo quite de la cabeza. Serenidad, sensibilidad, paciencia, compromiso y un sentimiento de gratitud sincero por tener la oportunidad de hacer lo que le gusta. Y el talento. Toda una lección de superación y de amor a la vida que, sinceramente, en este momento de desconcierto, es una referencia para no olvidar. En aquella gala de los Goya en la que subió dos veces al escenario a recoger un cabezón, agradeció a sus padres que de niño le pusieran siempre el bote de Cola-Cao en la estantería más alta. Rechaza las compasiones y pide menos escaleras. O al menos, que estén adaptadas a las circunstancias. Aunque si las hay las baja y las sube como sea. Le observas y no puedes evitar pensar en lo que te rodea y en tu absurda capacidad para ahogarte antes de empezar a nadar. Y es que si las prioridades son las mismas, él siempre necesita más tiempo que tú para llegar. Y llega antes, y además, más contento. Un programa de radio, una asociación cultural que se llama A mi no me digas que no se puede hacer en el barrio madrileño de Pan Bendito, en Carabanchel, cientos de bolos y miles de discos vendidos. Juanma es la excepción, desde luego. Y el ejemplo que nos recuerda la importancia de confiar en uno mismo. De escucharse. De pedir ayuda. De prestarla. De que la fuerza y la constancia y el victimismo y la autocompasión conviven de muy mal humor, y hay que elegir un solo personaje para el camino. Juanma dice en su Twitter que él va a caída y media diaria, literalmente. Al suelo. Pero se levanta. Porque si lo malo está en caerse, lo peor sin duda es no volverse a levantar. Y en medio de tantas imposturas, de tanto abuso y tanto desatino, una persona así se queda para siempre en tu corazón, en un rincón, para que puedas contar con él cuando menos te lo esperas.

@cayetanagc

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